Empecé a darme cuenta cuando conté las horas de luz y las horas de noche, ahora en el verano son sobre 17 horas de luz y 7 de oscuridad.
Conocemos los ciclos de las plantas, muchas de ellas reaccionan visiblemente a esas horas. La naturaleza está bien acompasada, sigue los ciclos naturales y está en equilibrio. Y nosotros no escapamos de esa sincronicidad, sabemos que los biorritmos naturales hacen que el cuerpo se recupere durante el sueño en la noche.
Decidí seguir los tiempos naturales y levantarme al amanecer y acostarme al anochecer, pero estaba totalmente desfasada, me parecía tempranísimo tanto para levantarme como para acostarme. Me di cuenta que era mi mente, estaba usando las referencias del reloj que “alguien” determinó qué sería temprano y qué sería tarde, así que decidí alinear mi mente con los tiempos reales.
Tomé de referencia la hora cero como el momento del amanecer, y la hora 17 coincidiría cuando comenzaría la noche. Cambié la hora por esta referencia en mi reloj y me daba cuenta que me levantaba cuando habían pasado equis horas de luz, y que me acostaba cuando quedaban pocas horas de noche, así la mente se dió cuenta realmente del desfase en el que vivía. Durante días estuve con ese método y mi mente cambió completamente el concepto de temprano y tarde.
Ahora mi reto estaba en conseguir adaptarme a los ciclos naturales completamente desacompasados de la vida social. ¿Quién se va a dormir a las 22:30 de la noche hoy en día que tenga más de siete años? Tendría que vivir fuera de la vida social o ¿no dormir lo suficiente?
Hacer caso al cuerpo. Eso es lo que hice. No pongo el reloj para despertarme, simplemente me despierto al amanecer, de forma natural, y es maravilloso, estás llena de energía, con la mente clara y despejada.
Las circunstancias no siempre me permiten acostarme a una hora temprana, sigo intentando salirme del desfase horario al que esta sociedad te arrastra. Procuro que no me entretenga más de lo que quisiera y cuando es inevitable el cuerpo ya te pide reposo en otro momento. La maravillosa “siesta”, aunque no precisamente después de comer, sino cuando tu cuerpo te pide “un reset” como yo lo llamo. A veces bastan unos minutos. Escuchar el cuerpo es lo más sano.
Realmente somos parte de la naturaleza y sus ritmos no nos son indiferentes, al contrario, seguirlos nos hace estar más sanos, más despiertos, más en contacto con nuestra esencia y nuestras necesidades. Conocer nuestros ciclos y seguirlos es algo que nuestros ancestros hacían de forma natural. Y nosotros no estamos exentos a ello.
Podemos hacer aquello que nos beneficia, que nos equilibra. El tener avances tecnológicos debería servirnos para mejorar nuestras vidas y no para esclavizarnos, cada uno de nosotros tendrá que decidir cómo quiere utilizarlos en su vida.
Que escuchar a tu cuerpo y a tu intuición guíen tu vida.
Ruth Libélula Azul